viernes, 29 de noviembre de 2013

Ego

Y yo pensaba que el amor era la emoción más altruista, más sincera. Aquélla que daba sin esperar nada a cambio, aquélla que anteponía los deseos de otra persona a los propios. Quizá estaba entonces entendiendo el amor de un modo ideal, quizá no estaba llegando al fondo de la realidad. Quizá el amor no sea más que otro reflejo de nosotros mismos, de nuestros propios deseos, de nuestro egocentrismo. Es posible que no hagamos las cosas por el otro, sino por nosotros, para dorar nuestra propia píldora. Quizá, y sólo quizá, sea la forma más sana de hacer las cosas, ya que si no haces nada por nadie y te limitas a complacer tus propios deseos, tus propios instintos, no buscas que alguien lo haga por ti. Puede que así, no recibas nada de forma externa, pero tampoco tienes por qué sentir la obligación de corresponder a nadie.
Desde luego, hay pensamientos y formas de pensar que distorsionan tu realidad, que entran con tal fuerza que arrasan todas tus creencias y convicciones. Hay ideas que te hacen perder la esperanza en el mundo, en las personas, entendiendo las personas como seres sociales capaces de amar, ya que, claro está, esta concepción como seres individuales tiene todas las de ganar.



...


No hay comentarios: