domingo, 23 de diciembre de 2012

Ya basta

No entiendo por qué vuelvo al mismo sitio, una y otra vez. Ya he estado aquí y no me gusta. Toda la confusión, el miedo, el dolor y la inseguridad. No, yo quiero volver allí de nuevo, a la paz y el sosiego.
Y sé que el principal problema soy yo, mi forma de ser, mi inseguridad. Esta estúpida autoestima que está por los suelos y que no es capaz de remontar el vuelo por sí misma, necesitando la aprobación y beneplácito de los demás. Vivir a expensas de los otros, vivir con miedo, esto no es vivir y estoy muy cansada.

miércoles, 17 de octubre de 2012

¿Se ha perdido el romanticismo?


No hace mucho tiempo, aunque no ha sido la primera vez que lo pienso, llegué a una conclusión: los hombres reales, de carne y hueso, no son románticos; esos hombres sólo existen en el arte. Sí, en el arte. Me explico: podemos encontrar tal fenómeno en novelas, en el cine o, en muchas ocasiones, la música. ¿Cuántas veces has escuchado una canción y pensado: "¿por qué demonios no me habrá tocado uno así, uno que me diga esas cosas tan bonitas?", o ya, en plan conformista, piensas: o que al menos me las dedique, ¿no? ¿Es pedir demasiado? Pero, mujer, ¿cómo quieres que te lleguen a dedicar una canción cuando muchas veces eres tú quién tienes que pedirles que te digan "cosas bonitas"? 
¿Cuántos libros has leído en los que la chica es una frágil doncella y el galán, romántico empedernido, se ha desvivido por enamorarla, contra viento y marea, luchado contra dragones (o más actualmente mafiosos, hombres lobo o demonios)? ¿Cuántas veces se ha enfrentado a malvadas madrastras y brujas para rescatar a su amada de sus garras? 
¿Cuántas películas has visto en las que el hombre, ideal de la muerte, se pirra por la tía más sosa y simplona de todas? ¿Cuántas veces te has repetido diálogos como: "nena, eres la única para mí", "quiero pasar el resto de mi vida contigo"? Yo te lo diré: miles y miles de veces.
¿Qué pasa? Que nos comen el coco. Eligen como protagonista a una pobre doncella, poco agraciada y en la que nadie se fija para que nos sintamos identificadas, ¿que por qué? Porque, queridas mías, todas tenemos el autoestima un poco bajo, y a la mínima que nos vendan que una petarda puede ser capaz de enamorar a un buenorro, ahí que vamos de cabeza. Es así. Y encima, ese buenorro, que a la vez es malo, pero que con nosotras es un cachorrillo, se desvive porque seamos felices, por hacer que nos derritamos con todas las cursilerías que se le ocurren y que, por supuesto, a nosotras nos encantan. ¿A qué mujer no le encantaría que su novio o sucedáneo se levantara antes que ella y fuera a preparar el desayuno? ¿Qué chica no se muere porque le propongan un viaje a algún país extranjero para poder descubrirlo juntos (pero con estas palabras, ¿eh? sino no vale)? ¿Y qué hay de besarse bajo la lluvia? ¿Qué mujer no se derrite si su novio, en medio de la calle y sin previo aviso, comienza a hacerla bailar sin más música que su propio tarareo? ¿Y si además añadimos un susurro en el que diga algo como: "un te quiero cada vez se me queda más corto"? ¡Para qué queremos más!
Chicas, esos son los chicos que tenemos, pero los tenemos todos y cada uno de los días y no únicamente durante 500 páginas, 2 horas y media de película o 3 tristes minutos de canción. No se les puede pedir que sean siempre los tíos más intensos, apasionados y románticos del mundo. ¡Dadles un respiro! Seguro que algún detalle han tenido, y por pequeño que fuera, os ha encantado. Eso sí, chicos, aprendeos el cuento porque esos pequeños detalles son los que nos vuelven locas, no os cuesta nada y siempre sabemos agradeceroslo, de una manera u otra. 
Y nada, ya os dejo con uno de esos besos húmedos que os digo:

El diario de Noah


Un beso a todos y hasta pronto.

lunes, 15 de octubre de 2012

Palabras

Hace mucho que no escribo y la verdad es que tenga muchos pensamientos agolpados en mi cabeza deseando salir, me siento torpe a la hora de expresarlos. Poco a poco iré cogiéndole el tranquillo a esto de nuevo. 
Muchas veces no nos damos cuenta de la dimensión de nuestras palabras. A simple vista son sólo un número limitado de caracteres colocados de una u otra manera para expresar nuestros pensamientos. El problema es que esos pensamientos, como me ocurre a mí ahora, no son sencillos de expresar. A esto debemos añadirle la complicación de que, por muy bien que hayamos conseguido formular lo que queríamos, nuestro mensaje puede ser siempre interpretado erróneamente. Cada uno tenemos nuestra percepción de la realidad, una forma de ver el mundo, un marco que nos condicionará a la hora de entender lo que otro trate de decirnos. Un simple "te quiero" -nunca tan simple- puede tener mil significados y hay que tener la pericia, o quizá la suerte, de interpretarlo correctamente. 
A lo largo de nuestra vida hay muchas palabras que nos marcan, puede que incluso en parte, acaben definiéndonos. Ese infantil "siempre seremos amigas" que acaba roto y perdido en el olvido transcurridos unos años; un "siempre podrás contar conmigo" más que sentido pero que a la larga se desvanece; un "no lo cuentes nunca, tan sólo hará daño a los que más quieres" que te hace guardar el peor de los secretos; un "eres lo peor que me ha ocurrido en la vida" que le quita el sentido a todo lo demás de tu vida; o un "te has puesto muy ansiosa" cuando es tan sólo reflejo absoluto de tu repentina felicidad. Por supuesto, esas palabras sólo pueden marcarte, dañarte, si tú dejas que lo hagan. Me refiero a ese muro, esa pared protectora que todos vamos levantando a medida que crecemos a raíz de los palos que nos han ido dando a lo largo de los años. A veces resulta difícil bajarla o conseguir que otro te deje traspasar la suya, pero es "sólo" cuestión de confianza. Confiar en que la otra persona no utilizará sus privilegios para sabotearte desde el interior. Eso es lo que ocurre con el amor, por eso puede hacernos las personas más felices del mundo o las más desgraciadas, estamos vendidos, a merced de la voluntad del otro. Que el amor es ciego, dicen, pero contradiciendo a la creencia popular respecto haré alusión no al aspecto físico, sino a la "fe ciega" que se me antoja ahora mismo idéntico, al fin y al cabo nunca sabemos lo que nos vamos a encontrar al traspasar ese muro ajeno ni lo que vamos a dejar adentrarse en nosotros. 

Al final he divagado demasiado y ha sido un simple reflejo del caos [senti]mental que tengo ahora mismo. Iré mejorando, I promise. 

martes, 17 de abril de 2012

Tocado y hundido.

No sé ni por dónde empezar. Llevo días tan sólo queriendo un poco de tranquilidad, algo de paz tras una larga y dura tempestad. Una tempestad que me ha dejado hecha trizas. Ahora floto en la superficie sin ninguna gana de ponerme a remar en ninguna dirección, por no hablar de que no tengo rumbo definido al que dirigir mis pésimos esfuerzos. Y es que siento que ahora mismo en eso consiste mi vida, en decidir de una puñetera vez si debo seguir adelante, hacia el brillante sol, o darme la vuelta e intentar, una vez más, manejar la tempestad. 
Sinceramente, no puedo con ello. Creo que me voy a hundir aquí mismo, como el Titanic, que está tan de moda, pero sin iceberg. ¡Que se salve quien pueda!

...


...



jueves, 1 de marzo de 2012

I thought you meant alright

Sinceramente, no sé qué decirte, no sé por dónde empezar. Me he metido en todo esto yo solita y al final, el que ha salido perdiendo, has sido tú y lo siento. Siento que me hayas dejado entrar y yo, una vez dentro, te haya dado la puñalada trapera, porque sé que es eso lo que sientes. Lo entiendo perfectamente. Estas cosas no se hacen, te he jodido y, de nuevo, lo siento. Y sí, muchas veces "un clavo saca otro clavo", pero es un proceso muy largo y bastante doloroso para todas las partes implicadas; así que es mejor cortar por lo sano y seguir adelante, o bueno, retroceder, con una única persona en mente. Los sentimientos sí engañan, o quizá no tanto los sentimientos como los recuerdos de los mismos. Por eso es mejor tomar algo de distancia para poder saber qué es sentimiento y qué un simple recuerdo.
Puede que seas el hombre más comprensivo del mundo y que hasta cierto punto entiendas todo esto, pero puede que yo no sea la más comprensiva y necesite que tú también me sueltes tus pequeños discursos de vez en cuando. Puedo imaginar lo que pasa por tu mente, pero sólo eso, porque pones tu cara de "tranquila, estoy bien. No te preocupes", tu cara de "lo entiendo, qué se le va a hacer, al menos lo he intentado" y pienso "vale, le tiene que haber dolido en el alma, a mí me habría destrozado, pero parece que no tanto". Y así se quedan las cosas, al menos hasta que decides cómo te sientes y cómo expresarlo. Tenemos la confianza suficiente para que si me tienes que ladrar, me ladres y si tienes que morderme, lo hagas. Basta de delicadezas. Yo te he pedido algo, no tienes por qué estar de acuerdo.

Y con todo esto, lo siento, de verdad.

Ultimátum a la Tierra

¿Sabes? Recuerdo todas las veces que me dijiste que soy una egoísta, que sólo soy capaz de pensar en mi misma. Recuerdo que me has dicho un millón de veces que no entiendes como sería capaz de estar con otra persona sintiendo algo aún por ti. Y ahora me sueltas un ultimátum. Eso no le sienta bien a nadie. En parte, lo entiendo, estás en tu derecho, pero no me vengas más con egoísmos. He puesto mi vida patas arriba en menos de 24 horas por dos frases tuyas. Dices que no quieres que hablemos más hasta que no tenga las cosas claras. Mentira, no quieres que hablemos más a menos que tenga claro que lo que quiero es a ti. Así que no me debato entre te quiero o no, si no entre si estoy dispuesta a perderte o no. Pones demasiado en juego. Y no sólo eso, además, eres capaz de acotar mi tiempo al que tú tardes en decidir que ha pasado suficiente y te acuestes con otra. Porque, como dijiste, una vez que te acuestes con ella, se habrá acabado porque no la vas a dejar tirada. ¿Qué coño es eso? Me has dicho una y otra vez "no podría acostarme con alguien amando a otra persona, yo no soy como tú". Really? ¿Lo dices en serio? Yo soy pura contradicción y lo sé, pero tú no te quedas atrás. Dices que no si eso pasa, no quieres volver a saber de mi para no hacerla sufrir, ¿que por qué? ¡Porque seguirías sintiendo lo mismo, pero ya te la habrías tirado! Y sin embargo, tú me das un límite, un "hasta aquí hemos llegado, decide" y te quedas tan ancho. Los mismos criterios que utilizas para ti no sirven para mi. Da igual por encima de quién tenga que pasar o hacer daño a quién tenga que hacer daño en el proceso, porque esto es lo que tú quieres. Pues bien, en ello estoy, disculpa si encima, no te muestro mi mejor sonrisa.

Pd.: Perdón por el lenguaje, fruto de una subida de tensión.

martes, 21 de febrero de 2012

No hace falta decir nada más

No hace falta decir que duele, que sigue doliendo. No hace falta seguir fingiendo que todo va bien, porque estoy demasiado cansada de ser alguien que no soy. Cansada de empujarte a los brazos de cualquiera que pueda ocupar mi lugar y hacerte sentir lo que un día te hice sentir yo. Porque por suerte o por desgracia, sabes perfectamente quien soy. Conoces el por qué de lo que hago y digo. Sabes cuándo algo me hace daño, incluso aunque yo diga lo contrario. Se acabaron los juegos de tira y afloja; hemos agotado ya la arena y la cal. No más chantajes emocionales, no más discusiones. ¿Para qué seguir machacándonos mutuamente sobre algo que no va a cambiar? Conoces la situación y las razones. Esto es lo que soy, hasta aquí puedes tener de mí. ¿Es suficiente? Pues aquí me tienes, S.

miércoles, 1 de febrero de 2012

YO

Llevo mucho tiempo ya pensando en escribir esta entrada. Casualmente coincide con una de las peores semanas de todas, carga emocional, hormonal y de trabajo. ¿Coincidencia? Lo dudo mucho. Siempre que no puedes con más es cuando tu imaginación y tu creatividad se encuentran en tu punto álgido (siempre que no tenga nada que ver con algo mínimamente provechoso, para lo cual te quedas en blanco). 
El otro día vi una película "Come, reza, ama" y, aunque Julia Roberts no es una de mis actrices favoritas, hubo un par de cuestiones que sí me hicieron reflexionar. Llega un punto en la película en la que le preguntan qué palabra la definiría como persona y se da cuenta de que no tiene una palabra sólo suya, sino que todas dependen de sus relaciones con los demás. Pasa de ser hija, a estudiante y novia, de novia a esposa, y ahora que se había divorciado, no era nada. ¿No es triste?
Pensando, llegué a la conclusión de que mi vida no difería demasiado de la suya. Siempre preocupada por estar a la altura de lo que esperan de mi, de lo que esperáis de mi. Buena hija, amable, cariñosa que esté ahí cuando me necesitéis, tanto como buena amiga, que actúe según vuestros propios parámetros de amistad, ni siquiera en eso puedo tener los míos propios. Buena estudiante, por supuesto, es algo que no debemos olvidar, ya que es algo por lo que todos hemos aprendido a torturarnos, las notas, tampoco realmente por lo que aprendemos o dejamos de aprender, sino por un dichoso papel que diga que "somos buenos estudiantes, que estamos a la altura de las expectativas". Buena novia, cuando lo he sido, siempre cuidando hasta el último detalle para hacer feliz a la otra persona, sin preocuparme realmente por si yo lo era. Intentando cambiar mi forma de ser o de sentir para amoldarme a las situaciones. Resulta todo tan agotador...
Pues bien, ya es hora de dejar todo eso atrás. Soy como soy y siento como siento y no pienso sentirme culpable o pedir perdón por ello.
- Sí, te echaba de menos, aún lo hago, tanto que me atraviesa cada día tenerte lejos. Es algo que está ahí y no puedo cambiar. Quizá el tiempo tenga algo que decir en todo esto.
- Os escucharé, pero a veces sois tan egoístas que sólo conseguís que me de miedo contaros lo que me pasa. Os cerráis en banda a vuestra manera de ver las cosas y aunque intento tener mi propio criterio, vuestras opiniones y quejas van haciendo mella en él. Os quiero pero hay veces en los que tenéis que aprender a escuchar y juzgar cuándo es momento de criticar y cuándo de simplemente mostrar apoyo.
- Lo siento, sé que ha podido dolerte pero no es algo que realmente tenga que ver contigo. Nada va a cambiar entre nosotras, seguiré estando aquí para ti, como los últimos tres años.
- He de decir, que ahora mismo sois tan importantes para mi que espero llevaros conmigo siempre. Es increíble lo que puede hacer una cena al año, un disco y unas cuantas risas y críticas a profesores incompetentes y ridículos. Os quiero.
- Estoy aquí, aunque creo habértelo demostrado.

Supongo que cada uno sabréis qué va dirigido a vosotros y qué no.
Me voy a seguir con mis obligaciones como buena estudiante, continuaré con el de amiga y seguiré con el de hija y profesora particular más entrada la tarde. Lo de si buena o mediocre, o lo que yo bien crea oportuno, ya lo iremos viendo.

Un besito a todos.

¡Os quiero (a la mayoría, para qué mentir)!