miércoles, 8 de julio de 2009

Simplemente es así

Hay días en los que, sin saber por qué, a pesar de no encontrarte mal físicamente, no puedes achacar a nada el hecho de que te apetezca encerrarte en tu cuarto y no salir. No te apetece hacer nada, sólo estar, sólo ser.
Hay días en los que al darte cuenta de esto, te pones a pensar en qué ha desencadenado ese hastío que sientes. Entonces, descubres que son pequeñas cosas que has dejado aparcadas, que se han convertido en dolorosas espinas que se clavan por todo tu cuerpo. Como la sensación de que has cambiado. No eres la misma persona que se desvivía y preocupaba por todos aquellos a los que quería; aquella que sonreía aunque no tuviera razones porque ésa era su pose natural; aquella que, si no lo era, al menos creía ser feliz. Te has convertido en alguien que no tiene tiempo para disfrutar de los detalles, de las grandes conversaciones con aquellos que conocía, de los simples días de sol tirado en la hierba acompañado de algo de música. Alguien que vive sin vivir y que ve como su propia vida pasa ante sus ojos sin saber muy bien como agarrarla y plantarle cara.
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Hay días en los que abres los ojos y no te encuentras bien contigo mismo. No sabes por qué, simplemente, es así.