martes, 17 de abril de 2012

Tocado y hundido.

No sé ni por dónde empezar. Llevo días tan sólo queriendo un poco de tranquilidad, algo de paz tras una larga y dura tempestad. Una tempestad que me ha dejado hecha trizas. Ahora floto en la superficie sin ninguna gana de ponerme a remar en ninguna dirección, por no hablar de que no tengo rumbo definido al que dirigir mis pésimos esfuerzos. Y es que siento que ahora mismo en eso consiste mi vida, en decidir de una puñetera vez si debo seguir adelante, hacia el brillante sol, o darme la vuelta e intentar, una vez más, manejar la tempestad. 
Sinceramente, no puedo con ello. Creo que me voy a hundir aquí mismo, como el Titanic, que está tan de moda, pero sin iceberg. ¡Que se salve quien pueda!

...


...