El poder de un "te quiero"

No sé si os habreis parado a pensar alguna vez el poder que tienen nuestras palabras. Hablamos y hablamos sin parar y éstas brotan de nuestra boca una tras otra. Generalmente no pensamos mucho lo que decimos, aunque hay ocasiones en las que escogemos nuestras palabras a la perfección. Es algo curioso, la verdad, porque hay veces en las que nuestras palabras, para nosotros sin importancia, son recordadas eternamente y sin embargo, otras que decimos para el recuerdo o simplemente para obtener una reacción entran en un oído del que nos escucha y salen por el otro.

Por supuesto hay palabras que se graban mejor en nuestra memoria y cuya presencia o ausencia nos hace felices o inmensamente miserables. Sabeis perfectamente a qué palabras me refiero, concretamente dos. Dos palabras, 8 letras: te quiero. Sí, cómo no, estas dos palabras hacen la delicia del que las oye y un infierno del que las espera. Cualquier persona que te diga estas palabras, y tú te las creas claro, te hará instantáneamente más feliz. Como un "te quiero" esporádico de un amigo o amiga, que ya sabes, pero que nunca viene mal recordar... y por supuesto, el esperado "te quiero" de aquel al que amas. Estas dos palabras pueden calmar preocupaciones, eliminar nudos en el estómago, hacerte comer (eso sólo algunos lo entendereis), hacerte saltar de felicidad, acelerarte el pulso o, incluso, hacerte llorar.

Es increíble lo que dos pequeñas palabras pueden hacer. Así que os invito a comunicarle a los afortunados lo mucho que los quereis: amigos, novios o amantes, padres y madres... a todos.

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Un "te quiero" dibuja sonrisas y cura corazones.