Fue a ti a quien conté mis más oscuros secretos. Aquel con quien recordé mi duro pasado, esperando compartir un futuro. Yo te ayudé a cumplir tus sueños y tú me protegiste de mis pesadillas. Llegué a pensar que eramos uno. Una sola mente, un solo corazón en dos cuerpos separados. Dos cuerpos separados que al juntarse formaban un todo. Un todo inseparable y perfecto. Pero nada es perfecto, y si lo es, dura muy poco.
Me dejaste sola, tirada y perdida en aquel inmenso lugar. Ese oscuro bosque únicamente iluminado por la luz de la luna. Esa luna que tantas noches antes nos había acompañado siendo testigo de nuestro amor y nuestra pasión, y que ahora colgaba triste del cielo. Lloraba por mí.
No pude seguirte para pedirte explicaciones, no tenía fuerzas. Sólo sé que lo nuestro se acabó y que mi vida se acabó con lo nuestro. Mi corazón salió de mi pecho esa noche y se fue tras de ti, aunque creo que jamás te alcanzó, porque no has vuelto junto a mí.
Sí, esa noche mi corazón abandonó mi cuerpo y mi vida se apagó, porque aunque estrictamente la sangre sigue corriendo por mis venas y sigo respirando, ya no vivo sin ti.
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Han pasado ya semanas y tu sola imagen en mi cabeza hace que mil espadas atraviesen mi vientre y me dejen encogida durante largo rato en el suelo. Simplemente el recuerdo de tu olor en mi cabeza hace que se acumulen lágrimas en mis ojos y que se me nuble la vista. Sé que nunca cesará, pero al menos espero que aminore su ritmo porque sino va a acabar consumiendo lo poco que queda de mi ser, dejando completamente vacío mi cuerpo...
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Han pasado meses. Tras miles de preguntas sin respuesta, los que me rodean, han dejado de preguntar y en el fondo aceptan que soy un recipiente vacío. Hago lo que tengo que hacer, y lo hago bien, pero sin demorarme en nada, sin ser consciente de verdad de ello.
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No tengo noción del tiempo, pero creo recordar que hace más de un año que te fuiste. He conseguido sonreír, no de verdad, no te equivoques. Simplemente he conseguido torcer la boca de tal manera que, si no te fijas mucho, parece una sonrisa.
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Han pasado un par de años, y creo que puedo decir que lo he superado. Sí, duele tu ausencia, pero ya sé sobrellevarla. De vez en cuando incluso me río con ganas. Puedo salir con los que antes eran mis amigos, intento ser feliz. Sin ti.
Cuando hoy iba caminando por la calle he visto a lo lejos a un chico moreno y alto. Me ha parecido ver un brillo en sus ojos que no veía...que no veía desde esa oscura noche en la que la luz que iluminaba mi vida, mi sol, se fue y todo quedo a oscuras...desde que vi tu mirada por última vez. Le he seguido, esperando, deseando, que fueras tu. Casi me atropellan dos veces antes de llegar hasta ti. Pero al darte la vuelta, no eras tú. Me he quedado helada. El chico que se ha dado la vuelta me mira como si estuviera loca mientras yo me derrumbo en el suelo. No te he olvidado, ni mucho menos. Ni siquiera lo he superado, que ya sería algo. Únicamente lo he enterrado todo para poder seguir con mi vida, muerta en vida. No ha sido suficiente. Anhelo tu regreso. No puedo olvidarte, te necesito. Necesito mi corazón. Te lo llevaste, ¿recuerdas?