¿Alguna vez te has sentido traicionado? Seguro que sí, y sino es que eres muy afortunado. Enserio, no sabes cuánto.
Las traiciones y engaños que más duelen son las que provienen de aquellos en quien más confías. Es lógico, de ellos nunca te esperarías nada que pudiera dañarte, al fin y al cabo, te quieren ¿no? Así que bajas la guardia. Te abres más y más a ellos sin temor alguno, no guardas nada para ti. Y aunque no te des cuenta, eso te hace más y más vulnerable. Les cuentas tus secretos, tus miedos, tus sueños…todo aquello que te inquieta y conmueve. Os convertís en una única mente, una única persona con dos cuerpos separados. No hace falta que os veáis o estéis juntos, os sentís a vuestro lado.
Si te ocurre algo, lo saben sin necesidad de decir nada, con una simple mirada son capaces de leer todo lo que sientes. Ellos son tu consuelo, tu “colchón” por si algo falla. Pero, ¿qué pasa cuando son ellos los que fallan? Sí, diréis, es imposible que todos fallen a la vez…Pero ahora suponed que ese “ellos” representa a una única persona, ¿entonces, qué? Esa persona que durante tanto tiempo fue tu mundo, te ha fallado. Consciente o inconscientemente. Esa persona que es la que más daño podía causarte, es la que, después e hacerlo te abandona y te deja a tu suerte… ¿En quién te apoyas cuando tu mundo cae?
Pues te levantas. Tardas más o menos tiempo en hacerlo...pero lo haces. Lo haces porque no eres lo suficientemente débil y estúpido como para quedarte en el suelo compadeciendote de ti mismo. No lo eres. Así que si aún sigues ahí, levanta. Ya es hora de empezar otra vez. ¡Vamos!
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Pta: Gracias a todos aquellos que hoy en día forman una única persona conmigo, a aquellos que se están haciendo un hueco en mí y a todos aquellos que están por llegar...Muchas gracias, os quiero.
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beSoS!!
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